HISTORIAS INACABADAS (V)

La música era atronadora
como siempre y ahora le tocaba servir copas. Irina prefería ésto
que el baile dentro de la jaula que colgaba en medio de la pista. En
realidad, ni prefería el baile ni ejercer de camarera; lo que en
realidad quería era evaporarse, diluirse en el ambiente como el
aroma de un perfume o como la espuma del champán en una botella
recién abierta. ¡Cuánto aborrecía su trabajo!. Como una losa,
cada noche, encima de ella pesaban ciento de lujuriosas miradas
masculinas que intentaban desnudarla y los más osados, incluso,
introducían el número de móvil dentro de los billetes cada vez
que iban a pagar su consumición. Ella, como una estatua, bella pero
despiadada, los miraba como una diosa tiránica y les regalaba una
mueca de desprecio mientras se deshacía de los números. Para
evadirse, miraba fijamente a un punto en la lejanía y hacía que su
mente huyese de su cuerpo hacía otro lugar … De pronto se
encontraba en un lugar frío pero cálido al mismo tiempo...se movía
con rapidez..el estuche del violín golpeteaba sus piernas pero no le
importaba, estaba acostumbrada , sólo quería llegar al
conservatorio. Tenía una prueba muy importante y por nada del mundo
podía llegar tarde. Eran las pruebas para la elección de la
violinista principal de la orquesta de Omsk. Estaba entusiasmada
porque era muy probable que la eligieran a ella.. puesto que su
profesora la señorita Kuriolenko, aunque no se lo había dicho
abiertamente, sí, le había recalcado que partituras tenía que
ensayar una y otra vez para que la audición le saliese perfecta.
Cuando llegó al
conservatorio había una larga cola de aspirantes, dispuestos a darlo
todo. El nerviosismo y la pasión dominaban en el aire. Todos los
candidatos a la plaza se miraban de soslayo tratando de averiguar
cual sería la estrategia del contrario, trataban de fingir que
estaban relajados cuando la realidad era toda la contraria. Irina, al
igual que los demás, estaba expectante y aterrada aunque en su
interior percibía algo parecido a la confianza en si misma que le
hacía mantener la esperanza de que ese puesto vacante de violín,
sería para ella. A pesar de que confiaba en si misma, Boris no lo
hacía.
Boris era su novio. Era una
relación amorosa de adolescencia que entraba ya en la adultez. Había
surgido como nacen esas relaciones de adolescentes fruto de la
inocencia y del descubrimiento, pero ya con veinte años, ambos
sentían que aunque se querían, debían separar sus caminos,
simplemente por el instinto aventurero que tienen muchos seres
humanos. Sin embargo, se negaban a dejarse, quizás por miedo o por
cariño.
Los dos estaban pendientes
de esa prueba musical por lo que podía significar para su futuro
en común. Si a Irina la admitían en la orquesta, entonces sin
ninguna duda se quedaba en Omsk y no lo acompañaría a España.. si
no era admitida, entonces juntos pondrían rumbo al país del sol, lo
antes posible.
“Rubia, un gin tonic”-
un trol moderno apareció para sacarla de su Omsk natal y meterla a
presión en un Benidorm sudoroso y cargante. Boris se desvaneció de
repente de su mente, como lo hizo cuando llegó a España. La
abandonó en cuanto le se le cruzó en el camino una princesita
inglesa que aparentemente le ofrecía un porvenir mejor. Al
recordarlo, Irina apretaba la mandíbula como si intentase aplastar
con sus dientes la bofetada que le había dado la vida.
Y aquí estaba en un afamado
antro de la costa, intentando sobrevivir en medio de la abundancia de
la nada...Metió en la caja el dinero de la copa que acababa de
servir y se dio cuenta que le costaba cerrarla y en ese
momento, vio en los múltiples espejos que la rodeaban el reflejo del
dinero que le sonreía....