miércoles, 5 de agosto de 2015

HISTORIAS INACABADAS (II)
Abrió la ventana de par en par y respiró fuerte. Cerró los ojos, dejándose envolver por la fragancia del aire marino. Abrió los ojos otra vez y contempló el paisaje como si fuera un cuadro. El cielo azul, vencedor, esta vez, de su habitual batalla con las nubes, se mostraba fresco, luminoso y el mar se extendía hasta el infinito. Había hecho muy bien en alquilar el pequeño apartamento que encontró entre los anuncios del tablón de su trabajo. Ni era suficientemente grande para sentirse sola, pero tampoco era demasiado pequeño para no poder disfrutar de su estancia en él. Además, su nuevo y temporal hogar estaba situado en un pequeño pueblo costero del cual los omnipresentes turistas parecían haber escapado. A Ana le alegró darse cuenta de que iba a estar "casi" a su aire, porque aunque cambiaba de ciudad, de ambiente, sus pensamientos irían con ella, pero al menos, vería su vida desde otra perspectiva, incluso podría enfrentarse a sus demonios si la molestaban. El invierno había sido largo, tedioso y amargo. Todo aquello por lo que había luchado parecía desmoronarse ante ella, sin que pudiera salvarlo. En realidad, no sabía lo que había pasado. Un día, vísperas de Todos los Santos, él hizo sus maletas y se marchó. Fue algo inesperado, repentino. No había habido las típicas luchas de pareja que predijesen el desastre, ni siquiera los espontáneos roces de la convivencia. Probablemente había estado tan absorta con su trabajo que no pudo presentir lo que iba a pasar. Quizás no había luchado tanto como ella pensaba. Quizás todas aquellas largas jornadas de trabajo sin que el reloj la afectase tuvo mucho que ver en su marcha, mejor dicho, en su huida porque en realidad había sido una fuga en toda regla. Sólo en una carta había escrito todo aquello que había sido incapaz de decirle a la cara.. a ella... a la que iba a ser su mujer...Ana no lo entendía..Sacudió ligeramente la cabeza para volver a la realidad. Ahora, el cielo y el mar eran suyos. Cerró la ventana, cogió el sombrero y salió por la puerta.



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