HISTORIAS INACABADAS (IV)
Elena corría rápido, no
quería perder el ferry otra vez. Aún así le daba tiempo de echar
una ojeada a lo que la rodeaba mientras se dirigía al puerto:
abuelos que sacaban a pasear a los nietos, el mismo grupo de señoras
en chándal parloteando sin cesar, el camión del reparto con la
radio a tope..... La rutina de siempre. Sin embargo, era esa
cotidianidad en la que se afianzaba para poder sostenerse, para no
sentirse aislada. Después del accidente, no había vuelto a coger el
coche para ir a trabajar a Vigo, así que no le quedaba otra opción
que viajar en ferry. Habían pasado años desde sus últimos viajes.
Cuando era pequeña, le encantaba acompañar a sus abuelos a la gran
ciudad porque eso significaba colonia, chuches y casi siempre un
vestido nuevo. Colonia que le regalaban en la peluquería de la
abuela cuando ésta se iba a hacer la permanente. Chuches que le
compraba el abuelo si se portaba bien y un vestido nuevo, de vez en
cuando, sobre todo a primeros de mes cuando los abuelos cobraban su
pensión. Eso todo ya quedaba lejos en el tiempo, pero recordarlo le
hacía sonreír. Compró su billete y como hacía buen tiempo, se
sentó en la cubierta del barco. A veces se ensimismaba tanto en sus
pensamientos que no había percibido que un hombre se había sentado
a su lado y la había saludado cortésmente.
Paz y sosiego. Sentirse en
el medio del mar todos los días le daba fuerza y energía para
continuar, era como un bálsamo que se aplicaba en el alma y le
permitía seguir adelante. El mar le daba la mano cuando el destino
le daba la espalda. Él ya no estaba pero la vida hermosa, desafiante
continuaba. Lo último que vio de él fueron sus ojos de angustia y
desesperación en medio del horror ..Después, un largo sueño y al
despertar, ya se había ido para siempre. Despertó en el hospital,
desorientada, pensó que estaba en casa y que iba a llegar tarde al
trabajo, así que se reincorporó somnolienta y se cayó, fue
entonces cuando volvió a ver sus ojos al levantarse. Su hermana
entró en ese momento...y la recondujo a la realidad.
El viento le acariciaba la
cara y las lágrimas se escondían en medio de sus cabellos
revueltos e inquietos.
- Perdona, ¿sabes si falta
mucho para llegar a Vigo?- de pronto oyó que le preguntaba una
luminosa sonrisa.
Historia inacabada sencilla y sugerente, con un final abierto que invita a mirar al sol reluciente sobre el mar azul de la Ría... con optimismo de nuevo. Me gusta, sí, ánimo y adelante.
ResponderEliminarHistoria inacabada sencilla y sugerente, con un final abierto que invita a mirar al sol reluciente sobre el mar azul de la Ría... con optimismo de nuevo. Me gusta, sí, ánimo y adelante.
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