lunes, 24 de agosto de 2015

HISTORIAS INACABADAS (V)
La música era atronadora como siempre y ahora le tocaba servir copas. Irina prefería ésto que el baile dentro de la jaula que colgaba en medio de la pista. En realidad, ni prefería el baile ni ejercer de camarera; lo que en realidad quería era evaporarse, diluirse en el ambiente como el aroma de un perfume o como la espuma del champán en una botella recién abierta. ¡Cuánto aborrecía su trabajo!. Como una losa, cada noche, encima de ella pesaban ciento de lujuriosas miradas masculinas que intentaban desnudarla y los más osados, incluso, introducían el número de móvil dentro de los billetes cada vez que iban a pagar su consumición. Ella, como una estatua, bella pero despiadada, los miraba como una diosa tiránica y les regalaba una mueca de desprecio mientras se deshacía de los números. Para evadirse, miraba fijamente a un punto en la lejanía y hacía que su mente huyese de su cuerpo hacía otro lugar … De pronto se encontraba en un lugar frío pero cálido al mismo tiempo...se movía con rapidez..el estuche del violín golpeteaba sus piernas pero no le importaba, estaba acostumbrada , sólo quería llegar al conservatorio. Tenía una prueba muy importante y por nada del mundo podía llegar tarde. Eran las pruebas para la elección de la violinista principal de la orquesta de Omsk. Estaba entusiasmada porque era muy probable que la eligieran a ella.. puesto que su profesora la señorita Kuriolenko, aunque no se lo había dicho abiertamente, sí, le había recalcado que partituras tenía que ensayar una y otra vez para que la audición le saliese perfecta.
Cuando llegó al conservatorio había una larga cola de aspirantes, dispuestos a darlo todo. El nerviosismo y la pasión dominaban en el aire. Todos los candidatos a la plaza se miraban de soslayo tratando de averiguar cual sería la estrategia del contrario, trataban de fingir que estaban relajados cuando la realidad era toda la contraria. Irina, al igual que los demás, estaba expectante y aterrada aunque en su interior percibía algo parecido a la confianza en si misma que le hacía mantener la esperanza de que ese puesto vacante de violín, sería para ella. A pesar de que confiaba en si misma, Boris no lo hacía.
Boris era su novio. Era una relación amorosa de adolescencia que entraba ya en la adultez. Había surgido como nacen esas relaciones de adolescentes fruto de la inocencia y del descubrimiento, pero ya con veinte años, ambos sentían que aunque se querían, debían separar sus caminos, simplemente por el instinto aventurero que tienen muchos seres humanos. Sin embargo, se negaban a dejarse, quizás por miedo o por cariño.
Los dos estaban pendientes de esa prueba musical por lo que podía significar para su futuro en común. Si a Irina la admitían en la orquesta, entonces sin ninguna duda se quedaba en Omsk y no lo acompañaría a España.. si no era admitida, entonces juntos pondrían rumbo al país del sol, lo antes posible.
Rubia, un gin tonic”- un trol moderno apareció para sacarla de su Omsk natal y meterla a presión en un Benidorm sudoroso y cargante. Boris se desvaneció de repente de su mente, como lo hizo cuando llegó a España. La abandonó en cuanto le se le cruzó en el camino una princesita inglesa que aparentemente le ofrecía un porvenir mejor. Al recordarlo, Irina apretaba la mandíbula como si intentase aplastar con sus dientes la bofetada que le había dado la vida.
Y aquí estaba en un afamado antro de la costa, intentando sobrevivir en medio de la abundancia de la nada...Metió en la caja el dinero de la copa que acababa de servir y se dio cuenta que le costaba cerrarla y en ese momento, vio en los múltiples espejos que la rodeaban el reflejo del dinero que le sonreía....




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